Brasil aceleró hace unos cuantos años la tecnificación de su agricultura, especialmente al tantear la posibilidad de plantar cultivos transgénicos. Hoy es el segundo país en área agrícola con transgénicos del mundo, por delante de Argentina y detrás de Estados Unidos.
Brasil plantó 21,4 millones de hectáreas con cultivos genéticamente modificados en 2009, un 35% más que en 2008. Para 2010 se estima un área total de más de 24 millones de hectáreas (17,2 de soja, 7,1 de maíz y 0,25 de algodón). Así, en soja, el 76% de la superficie total será de transgénicos, mientras que en maíz superará el 55% (incluyendo áreas de verano e invierno).
En un establecimiento agrícola de 600 hectáreas brasileño, que riega casi la mitad del terreno mediante sistemas de irrigación con Pivot, se realiza una rotación maíz-trigo-poroto en el área irrigada, en el resto del área se rota maíz-trigo y soja. Se planta maíz resistente a lagarta cogollera, excepto lo que corresponde al maíz refugio. Esto implica un aumento en el costo por el mayor precio de la semilla respecto a la tradicional, pero el rendimiento es hasta un 10% superior. Esto puede suponer entre 1,5 y 2 toneladas por hectárea, lo que compensa y supera el sobrecosto, siempre que el maíz tenga un precio razonable. Además se ahorra en aplicaciones de insecticidas, que pueden ser muy costosas cuando el ataque de la plaga es intenso.
En esta explotación ser invirtieron unos 3.500 dólares por hectárea en el sistema de riego que cubre casi la mitad de su área agrícola. El costo operativo de la irrigación es básicamente de energía eléctrica. El objetivo es obtener un promedio de 12 toneladas de maíz por hectárea en las áreas con riego, contra de 9 a 10 que se obtienen de media en el área sin riego. Esto cuando no hay sequía.
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